Este año las restricciones COVID nos han impedido tener el desayuno compartido, pero lo que no ha impedido es que hayamos desayunado todos juntos y de forma especial, compartiendo nuestra alegría y felicidad.
Y tras el desayuno por fin.
Con paciencia, hemos sabido esperar durante más de dos semanas para abrir nuestros regalos del amigo invisible.
Todo un éxito por la expectación, por no saber que correspondería a cada cual, por el acierto en los regalos elegidos, por la ausencia total del sexismo en los mismos y por el momento de agradecimiento a nuestro obsequiador.
Es uno de esos momentos especiales que regala la profesión.